Paleolítico, íberos, romanos

100.000 – 50.000 aC

Los yacimentos del paleolítico

paleolitic

Nos acercamos a El Mirador, una viña en lo alto en la colina de Els Basets, hoy propiedad de Can Bas. Unos restos de sílex y esquirlas de piedra tallada nos hacen notar que una pequeña comunidad del paleolítico faenaba en esta zona entre cincuenta y cien mil años atrás.


Siglos VII – II aC

El poblamiento íbero

ibers

Hacemos un giro, aceleramos la rueda del tiempo y nos aproximamos a los muros que cierran la casa de Can Bas. Allí hay constancia documental de silos para guardar el grano, de ánforas de vino y aceite, de recipientes cerámicos producidos in situ y de otros procedentes del extremo del Mediterráneo, fruto de los contactos entre la población autóctona y los griegos. Todo indica que se trata de un poblado íbero. La presencia de una tinaja y vasos torneados con fina arcilla negra denotan la importancia que el vino tenía 2.500 años atrás.


Siglos II aC – IV dC

Bajo el influjo de Roma

roma

De pronto, oímos la percusión de cinceles y martillos golpeando la firmeza sorda de un suelo calcáreo. Esclavos con la cara polvorienta -viejos íberos, tal vez- ajustan sin dilación losas y sillares de piedra sobre la futura Vía Augusta que ha de conectar las provincias Baetica, Cartaginensis y Tarraconesis con Roma. Un tramo de esta calzada atraviesa el dominio de Can Bas de sur a norte.

Muy cerca, un patricio influyente del área de Tarraco construye una villa que, en el siglo II d.C., vivió su esplendor gracias a la viña y al comercio del vino. En el centro de esta villa, los señores hablan de negocios alrededor de un trapezóforo, una mesa de lujo sostenida por la expresión aterradora de tres leonas talladas con suma destreza. En Can Bas se puede ver la réplica de uno de estos felinos esculpido en mármol blanco de Italia.

Oscurece.