El vino está hecho de tiempo.

En Can Bas el tiempo se presiente en todas partes. Lo encontramos tras el surco de la labrada, en el trazado de los caminos que cruzan el dominio vinícola, entre los muros de la capilla, en el noble aspecto de la casa señorial o en los lagares embaldosados de la antigua bodega. También, al lado de las eras, en la forma que toman las cepas, en los nombres de los lugares o en los reflejos de un lavadero. El tiempo está presente dentro de cada tina, de cada bota y de cada botella de vino.

En Can Bas imaginamos el tiempo como una sustancia invisible que trenza la vida anudando la permanencia con el cambio. Y aunque sea imperceptible, el tiempo deja sus rastros que al interpretarlos se convierten en historia.

En Can Bas, la historia está presente por todas partes y es la historia la que ha forjado la personalidad inconfundible de este dominio vinícola. Los vestigios arqueológicos, los documentos, el arte y el paisaje mismo así lo constatan. Ellos nos permiten conocer la historia de un dominio, pero también poner un pie en la Historia de Cataluña y, el otro, en la historia de la viña y del vino.

La historia

La historia

En una botella de vino hay más historia que geografía. Jean Jacques Emmanuel Kressmann, siglo XX

En Can Bas nos agrada hablar de historia. Pensamos que tanto la historia como la cultura son elementos definidores de nuestro terruño.

En Can Bas hemos localizado restos prehistóricos; podemos presumir de tener cerca yacimientos de época íbera, una villa romana flanqueando el trazado de la Vía Augusta, una de les calzadas más importantes del Imperio. Nos acompañan testimonios excepcionales de la edad media, lo mismo que documentos que refieren a la evolución del domino vinícola desde el siglo XV hasta nuestros días.

En Can Bas hay una bodega y una casa solariega que nos ayudan a entender la historia del Penedès –y de Cataluña– a través de la viña y el vino. Solamente hace falta echarle un vistazo.


OJEANDO LA HISTORIA DE CAN BAS

Medieval y renacimiento

950-1350

Edad media y poder feudal

El canto del gallo anuncia el amanecer y nuevos tiempos.

Desde el escritorio de Sant Cugat del Vallès -uno de los monasterios más importantes de la Cataluña medieval -el abad rubrica un manuscrito el 18 de febrero del año 992. Acaba de cerrar la venta de unas viñas muy cerca de Sant Joan Salerm -iglesia perteneciente a Can Bas- a cambio de molinos y agua del río Bitlles. El comprador de las viñas es hijo del vizconde de Barcelona. Al vizconde le interesa poblar esta tierra de frontera que separa los condados catalanes del extenso dominio sarraceno del al-Andalus. La sombra imponente del castillo de Subirats defiende esta parte de la Marca Hispánica.

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En la llanura, los payeses labran, abonan, espigan, siegan, trillan, muelen, escamondan, vendimian... Trabajan de sol a sol los trigales y las viñas de sus nobles señores. Nos hallamos en plena época feudal. En aquel entonces, Can Bas sólo es una pequeña masa conocida como la casa de Sant Joan Salerm. A su alrededor crecen villas, ferias, mercados y se erigen edificios notables.


1350-1500

Ocaso y renacimiento

La bonanza y la prosperidad quedan atrás. Ahora, el hambre abunda; la peste y las plagas, también. Cada vez hay menos brazos para trabajar y más maserías abandonadas. Sin amparo, ahogada por la presión de los impuestos y la injusticia feudal, la payesía se rebela contra los señores. En tiempos de convulsión siempre hay alguien juicioso y mañoso que procura para la casa.

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Lindando el año 1500 hay hombres que defienden que la tierra no es plana y que se mueve alrededor del sol; impresores que copian libros y distribuyen el conocimiento a una velocidad insospechada; y también marineros que han dado la vuelta al mundo. En los aledaños del año 1500, el esfuerzo payés transforma una pequeña masada en una casa solariega conocida con el nombre de Can Carbó de Sant Joan Salerm.

Paleolítico, íberos, romanos

100.000 – 50.000 aC

Los yacimentos del paleolítico

paleolitic

Nos acercamos a El Mirador, una viña en lo alto en la colina de Els Basets, hoy propiedad de Can Bas. Unos restos de sílex y esquirlas de piedra tallada nos hacen notar que una pequeña comunidad del paleolítico faenaba en esta zona entre cincuenta y cien mil años atrás.


Siglos VII – II aC

El poblamiento íbero

ibers

Hacemos un giro, aceleramos la rueda del tiempo y nos aproximamos a los muros que cierran la casa de Can Bas. Allí hay constancia documental de silos para guardar el grano, de ánforas de vino y aceite, de recipientes cerámicos producidos in situ y de otros procedentes del extremo del Mediterráneo, fruto de los contactos entre la población autóctona y los griegos. Todo indica que se trata de un poblado íbero. La presencia de una tinaja y vasos torneados con fina arcilla negra denotan la importancia que el vino tenía 2.500 años atrás.


Siglos II aC – IV dC

Bajo el influjo de Roma

roma

De pronto, oímos la percusión de cinceles y martillos golpeando la firmeza sorda de un suelo calcáreo. Esclavos con la cara polvorienta -viejos íberos, tal vez- ajustan sin dilación losas y sillares de piedra sobre la futura Vía Augusta que ha de conectar las provincias Baetica, Cartaginensis y Tarraconesis con Roma. Un tramo de esta calzada atraviesa el dominio de Can Bas de sur a norte.

Muy cerca, un patricio influyente del área de Tarraco construye una villa que, en el siglo II d.C., vivió su esplendor gracias a la viña y al comercio del vino. En el centro de esta villa, los señores hablan de negocios alrededor de un trapezóforo, una mesa de lujo sostenida por la expresión aterradora de tres leonas talladas con suma destreza. En Can Bas se puede ver la réplica de uno de estos felinos esculpido en mármol blanco de Italia.

Oscurece.

Siglos XVII, XVIII y XIX

1668

Unas nupcias

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En la casa grande hoy hay alboroto. El servicio ajetreado prepara un banquete con lo mejor de lo que se cultiva y se guisa en la finca: pan de espelta, hortalizas frescas, finas viandas de carne, manzanas y naranjas caramelizadas, ... todo ello bien regado con los mejores vinos de la casa. Hoy, la mayorazga se desposa con Pere Bas. El apellido del marido rebautiza el dominio. Tras las nupcias, los recién casados viven En Can Bas y sus descendientes serán de CAN BAS.


1680-1780

El aguardiente y la expansión de la viña

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La vendimia está al caer y convine tenerlo todo listo. Los mozos de Can Bas saben que el amo es extraordinariamente escrupuloso. Quiere que herramientas, lagares, barricas, toneles de ceño estén impolutos; incluso cada año manda renovar los tablones del enrejado para el jugo extraído al pisar la uva caiga en el lagar sin broza alguna. Tiene razón; el esfuerzo de todo el año podría irse al traste si el vino se estropea por una falta de higiene.

En Can Bas ya no se hace vino sólo para el consumo de la familia; se produce mucho más que se vende fuera. Parte de las ganancias se han invertido en la reforma de la iglesia de Sant Joan Salerm que cada vez tiene más renombre. Además, desde que el aguardiente se ha convertido en objeto de exportación al norte de Europa, el amo ha decidido plantar viña donde antes había trigo.


1780-1890

La época dorada

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Desde que es posible llevar vino a América, en el Penedès les viñas se han extendido como una mancha de aceite y ocupan márgenes de montañas y hondonadas. Ahora, En Can Bas, casi toda la tierra de cultivo es para la viña. Los precios del vino no dejan de subir y, por eso, los propietarios han extendido considerablemente su dominio vinícola; han invertido en la construcción de nuevos lagares y han ampliado la bodega. Can Bas se ha convertido en una gran finca y su nombre se asienta como un referente ineludible de la comarca Can Bas es Can Bas.

Siglos XX, XXI

1890-1900

La gran sacudida

filoxera

Al volver de Barcelona, los propietarios de Can Bas comentan lo cambiada que han visto la ciudad; que ahora Barcelona es mucho más bonita y tiene un ensanche moderno; que la Exposición Internacional de 1888 ha transformado el aspecto de la ciudad, y que se están construyendo edificios la mar de singulares según un nuevo estilo conocido como “modernismo”, cuyo principal adalid es el arquitecto Antoni Gaudí.

Sin embargo, los propietarios de Can Bas vuelven bastante apesadumbrados de Barcelona. Lo que sólo era un rumor, se confirma: La plaga de la filoxera avanza a gran velocidad sin que haya nada que hacer. Ya ha destruido gran parte de la viña europea, se ha propagado por Cataluña y, en el Penedès, se teme lo peor.

Y sí, en ocho años la filoxera destruye casi 400.000 ha de viña del Penedès. Can Bas no queda al margen del desastre. Nada más conserva vivas aquellas pocas viñas crecidas en suelos arenosos o en parcelas escondidas entre la espesura, como L'Anciana i La Secreta, que han pervivido hasta nuestros días.


1900-1912

Empezar de cero

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Nunca, nada ni nadie tumba el empuje de la gente de Can Bas.Y si es necesario iniciar una nueva etapa y empezar desde cero, pues: ¡adelante! Las viejas viñas muertas ya están siendo arrancadas y se plantan nuevas sobre cepas americanas que son inmunes a los efectos de la filoxera. A raíz de la plaga muchas variedades autóctonas de vid han desaparecido, pero hay otras que una vez injertadas se adaptan bien a los nuevos pies americanos, como el xarel·lo, el macabeu y la parellada. Estas variedades son idóneas para elaborar el cava que, desde hace poco, es moda entre las clases acomodadas catalanas. El bisabuelo de Pere Ventura –el actual propietario de Can Bas– ha sido uno de los pioneros en la introducción del méthode champenoise en nuestra tierra.


1913

La sobria nobleza de la casa solariega

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El repicar insistente de la campana de Sant Joan Salerm anuncia un día señalado. Las obras de la casa solariega han concluido y, acabada la misa, se bendice la nueva y blanquísima fachada del caserío. Después de todo lo ocurrido, Can Bas no sólo parece haber renacido de entre las cenizas, sino que a raíz de la reforma, la casa grande ha adquirido aires de nobleza. Su alzado mantiene la sobriedad que caracteriza las grandes villas del Mediterráneo, pero tanto en la planta como en los detalles se advierte el influjo de los chateâux vitivinícolas de la vecina Francia. Can Bas afronta los retos vitivinícolas del siglo XX con la cara renovada y la cabeza erguida.


2011

El espíritu de Pere Ventura

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El espíritu de Pere Ventura domina Can Bas infundiendo energía y perspectiva. El nuevo propietario quiere que el pasado de Can Bas –tan largo tiempo adormecido en la memoria– vibre sobre el presente. Sin embargo, en tanto que hombre de su tiempo, Pere Ventura entiende que la viña y el vino han de responder a las demandas del presente. En consecuencia, apuesta por hacer de la excelencia el estandarte de sus vinos de finca y de terruño; conviene que el reconocimiento y el respeto por el trabajo payés tiene que ser norma para garantizar la calidad del paisaje, la viticultura y los vinos de Can Bas; y con la mirada puesta en el futuro, Pere Ventura actúa siguiendo criterios minuciosos en cuanto a sostenibilidad y preservación medioambientales. Para Pere Ventura, Can Bas es Can Bas, ahora y siempre.

El patrimonio

El patrimonio

Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia /
Como si ésta ya fuera ceniza en la memoria. Jorge Luis Borges. Soneto del vino, 1964
En Can Bas nos hemos impuesto el mandato de conservar, estudiar y proteger el patrimonio cultural de nuestro dominio vinícola. El grueso de nuestro patrimonio está constituido por el paisaje, las viñas que cultivamos y los vinos que elaboramos en nuestra bodega. Empero, también sentimos como patrimonio los bienes –materiales o inmateriales– que han contribuido a forjar la historia y la personalidad del dominio. En Can Bas tenemos documentados objetos arqueológicos, etnológicos, documentales, cartográficos y artísticos de gran valor, hoy custodiados en museos y archivos públicos. Entre los bienes de la cultura material destacan dos edificios excepcionales: la iglesia románica de Sant Joan Salerm y la casa solariega de Can Bas. Por otro lado, En Can Bas prestamos gran observancia a los bienes intangibles, efímeros y enormemente frágiles que –transmitidos generación tras generación– dan testimonio de los usos, las representaciones, los lenguajes, las técnicas y las tradiciones que han dejado su impronta en el lugar y le dan sentido. En Can Bas consideramos que detrás del patrimonio hay conocimiento. Y es el conocimiento, del cual nos sentimos depositarios, lo que queremos transmitir a través de nuestros vinos y de la visita a nuestro dominio vinícola.